martes, 3 de abril de 2012

Balance de una "Semana Extraña"

 

El otro día tuve un sueño. Bueno, ¿quién no sueña? El caso es que fue un sueño diferente. Soñé con una persona, una a las que más he admirado nunca. Soñé que me la encontraba después de meses sin hacerlo, después de aquel día en que sentí que ya nada sería igual. Fue un sueño tierno, como la satisfacción del reencuentro entre dos personas que no necesitan hablar para entenderse, a las que les basta con mirarse a los ojos. Tras despertar, estuve todo el día con una sensación rara. Lo curioso es que esa misma tarde me encontré con esta persona. Teniendo en cuenta que vivimos en el mismo barrio, no era tan improbable, pero igualmente me resultó curioso, ya que no solemos encontrarnos. Al pasar por mi lado no supe bien qué decirle. Lo saludé y estuve tentado de preguntarle qué tal estaba, cómo iban las cosas por allí, si nos echaban de menos. Tuve un intenso deseo de preguntarle tantas cosas y de contarle yo tantas otras... Sentí que era un buen momento para hablar de verdad, sin nada que enturbiara nuestros pensamientos. Sentí que era una buena ocasión de dejar a un lado aquellas palabras cargadas de hipocresía. No era un sueño con carga erótica ni sentimental (en lo que al amor se refiere), sino un sueño que me indicó que tengo que volver allí, que tenemos un café pendiente con una larga conversación por delante.

Ahora empecé a trabajar. Tengo que pasar tres horas y media de pie cada día parando gente de la misma forma, diciendo casi lo mismo, para que casi ni te miren y pasen de largo. Hoy me fue bastante mal, porque el tiempo no acompañaba y el ánimo tampoco. Necesito que salga un poco el sol. Y necesito ir solucionando varias cosas que tengo en deuda conmigo mismo.

Ah, y gracias a ti si por casualidad estás leyendo esto. Me has demostrado que eres de esas personas con las que siempre puedes contar y que no piden nada a cambio.

¡Voy acumulando horas de sueño! Bendito café...