Hace poco leía una noticia en el diario 20 minutos que me dejó muy indignado, no solo por la noticia en sí, sino porque sé perfectamente lo que se siente siendo el protagonista de la misma.
Un hombre de 30 años estaba humillando y amenazando de muerte en medio de la calle a una chica de unos 18 años, completamente aterrorizada, que no era capaz siquiera de mirar a la cara a su agresor. Le gritaba cosas como "Te voy a acuchillar a ti y al que se me ponga por delante, hija de la gran puta" y "...Te voy a matar a ti y a tu hermano,...". La chica, naturalmente, estaba llorando a mares, allí en medio de una calle llena de curiosos que, en lugar de hacer algo, contemplaban la escena indiferentes. Todo esto era presenciado por un chico mientras iba a recoger a un amigo suyo, e intervino para pararle los pies al agresor, pues ya incluso había abofeteado a la chica. Tras la llegada de la policía y comenzar ésta una discusión con el individuo, una señora señaló al chico que había intervenido en la pelea, gritando "Ese!, ¡Ese es el muchacho que le ha plantado cara!", y todos los presentes empezaron a aplaudirle. A él, según dice, le entraron ganas de gritarles que eran unos cobardes y que debería darles vergüenza.
La verdad es que no entiendo a la gente. Quizás ese sea el motivo por el que muy pocas personas me caen realmente bien. La gente en verdad es egoísta (me incluyo también), y claro, mientras su culo esté a salvo, a los demás que les parta un rayo. Está claro que cada uno busca sus intereses personales, pero ¿tan poco cuesta pensar también un poco en los demás? A lo mejor a esta chica habría hecho falta que la estuvieran matando para que alguien interviniera, y una vez muerta todo el mundo diría lo buena persona que era, estudiosa, que no se metía con nadie y todos esos halagos que solemos decir de los demás cuando se van, pero que mientras tanto nos llevamos a la tumba. Pero sobre todo, lo que no soporto, son los espectáculos que se montan cuando están agrediendo o insultando a alguien y todo el mundo se queda allí mirando entre risas e incluso animando la situación. Cobardes. Yo reconozco que cuando paso al lado de alguna pelea me voy sin intervenir ni nada, porque sé que yo no podría hacer nada contra un grupo de chulos y prefiero no meterme en problemas, aunque en el fondo siento una profunda pena por la persona que está sufriendo esa situación y unas ganas terribles de matar a todos los allí presentes. De hecho no dudaría en hacer algo si estuviera en mi mano. Además, ya que no intervengo, tampoco me mofo, porque me parece muy humillante, y en la vida todo se paga.
Cuando dejemos de creer que somos mejores que el de al lado, cuando aprendamos a ayudar sin pedir nada a cambio, sino de corazón, y ganemos algo de educación, tal vez éste será otro mundo.