martes, 27 de diciembre de 2011

Algunos cambios para el nuevo año

Llevaba más de un mes sin publicar. No será porque no me han pasado cosas en todo este tiempo, porque cosas que contar hay para rato. Alguna que otra era buena, o al menos lo parecía, pero luego resultó ser todo lo contrario (aunque en el fondo era lo mejor). Sí, es todo un poco contradictorio.
El invierno ha sido siempre, con diferencia, la estación del año que menos me ha gustado. Está bien eso de dormir acurrucado entre las sábanas, ocho horas (ahora de "vacaciones") del tirón, pero, salvo por eso, lo borraría del calendario. Y desde este año creo que mi aversión por él será mayor y más justificada. Es más, este año he llegado a decir que "Odio la Navidad", cosa que hasta ahora ni se me habría pasado por la cabeza decir. Sí, la "odio" por diversos motivos, como el hecho de que muchas familias solo se reúnan en estas fechas, aunque si nos ponemos así también podría decir que odio celebrar (o que se celebren) los cumpleaños o la primera comunión, ya que ambos son casos muy similares. También la "odio" porque algo que en su día se concebía como una celebración religiosa hoy no es más que puro negocio. Pero no, las verdaderas razones van más allá (y no las citaré aquí, al menos de momento).
Hace unas semanas me propuse empezar a buscar trabajo. ¡Necesito dinero! Sí: NECESITO. Así que, hace como dos semanas, me levanté temprano un día y me fui al centro a repartir currículums: en McDonalds, Burguer King, Pans&Company, Lefties, Zara... vamos, que me recorrí medio centro, entrando en sitios muy dispares entre sí, como véis. Todo intento es bueno, ¿no? De momento no me han llamado de ningún sitio... quiero pensar que después de Navidades o un poco después lo harán, porque sería triste que no me cogieran ni en McDonalds, por Dios.
Esta tarde fui al gimnasio para informarme, que a ver si me apunto para la próxima semana. El año pasado estuve en otro (en el que me clavaban 50 €/mes y tenía que turnarme con los demás en cada máquina...), pero me acabé borrando por falta de tiempo. Este año, de momento (que solo voy dos días/semana a la univ.) parece que tengo más tiempo, así que solo falta tener fuerza de voluntad. Espero no acabar agobiándome... La semana pasada estuve en otro informándome, pero la tía que me atendió era una machorra incompetente que me trató de forma seca, como si tuviera prisa en despacharme, así que le dije: "Ya vendré el lunes" (enseguida) y no he vuelto a pisar por allí. Además, según leí opiniones en internet, casi todas las máquinas están en mal estado y no las reparan, así que con eso terminé de decidirme. Prefiero pagar los 18 € más que cuesta este y que me traten de forma profesional y las máquinas estén perfectamente. Además, este tiene de todo, incluso sauna y masajes (esto último se paga aparte), y el otro solo tenía "sala de musculación", como rezaba el letrero que daba entrada al gimnasio.
Pues esto es, a grandes rasgos, lo que ha pasado en mi vida en este tiempo, principalmente. ¡Seguramente me deje cosas en el tintero, pero es que me ha entrado sueño y debería ir acostándome ya para aprovechar mañana el día!

lunes, 21 de noviembre de 2011

Odio

Odio los días de lluvia, porque el agua se me cuela entre la piel y me moja el corazón.
Odio los lunes, porque son un sinsentido si no te tengo a mi lado.
Odio, a veces, no poder gritar al mundo todo cuanto siento, pues todo sería muy diferente.
Odio complicar hasta la cosa más fácil del mundo y acabar estropeándolo todo.
Odio tener que ser siempre correcto y no poder liberar esta locura que, a veces, me desborda.
Odio la hipocresía de los ricos y de los políticos, que alardean de una pretendida moralidad pero que no se preguntan cuánto cobrará el niño que ha hecho sus zapatos.
Odio a las personas que están más pendientes de tu vida que de la suya propia, y que ocultan sus insatisfacciones bajo críticas tan burdas...
Odio los convencionalismos, las modas absurdas, la falta de personalidad y, en definitiva, la superficialidad de muchas personas. Los buenos sentimientos no se pueden comprar ni fingir...
Odio a las personas que abandonan sus sueños, y a aquellas otras que, una vez abandonados, entran en una espiral de monotonía en la que todos los días pasarán iguales hasta el día de su muerte.
Odio a los que piensan que su destino está escrito.
Odio a los duros de corazón, porque acaban solos.
Odio a aquellos que se creen con autoridad moral (y divina) suficiente como para decirte lo que está bien o mal.
Odio la incoherencia de este país: ¿Por qué esos sueldos tan desorbitados para futbolistas, políticos, caraduras de la televisión, etc? Y, mientras tanto, a saber cuántos habrá mojándose en las calles entre cartones...
Odio no entenderme ni yo mismo a veces.
Odio acostarme con la incertidumbre de si esto cambiará en algo al despertar.
Hay tantas cosas que odio...

miércoles, 16 de noviembre de 2011

¡Qué a gusto sería...!

 
¡Qué a gusto sería
sombra de tu cuerpo!
Todas las horas del día, de cerca
te iría siguiendo.
 
Y mientras la noche
reinara en silencio,
toda la noche tu sombra estaría,
pegada a tu cuerpo.
 
Y cuando la muerte
llegara a vencerlo,
sólo una sombra por siempre serían
tu sombra y tu cuerpo. 

                    
                        Augusto Ferrán
                                    
                              

lunes, 17 de octubre de 2011

Paren el mundo, que me bajo

Tengo la sensación de que la Tierra gira demasiado deprisa. A veces me siento mareado y pierdo el equilibrio. Me gustaría pedir que parasen para bajarme, que no puedo más, pero mi voz se ahoga entre todo este frenesí. Entonces miro a mi alrededor y me percato de que no soy el único que se siente así. Veo a personas al límite, a punto de caerse o de vomitar hasta las tripas. Me dan mucha lástima, y siento un odio terrible hacia los otros, los que no escuchan, los que son indiferentes al resto de la humanidad, aquellos a quienes solo les importa que el mundo siga girando como loco sin pensar que algún día pueden ser ellos los que se caigan por culpa de su ciega ignorancia. En realidad ellos también me dan lástima. Pero luego me doy cuenta de que no, no es justo. El mundo no puede parar, y sería egoísta por mi parte seguir insistiendo, no solo por los demás, si no también por mí mismo, por dejar a medias la partida que empecé. Y confío en que más adelante pensaré en que no ha sido para tanto, y me arrepentiré de haber pensado en bajarme. Porque, al final, el mundo es de los fuertes.


En fin, después de este reflexión me voy a la ducha, que mañana vuelvo a tener clase de inglés porque la profe estuvo mala con gripe la semana pasada y faltó (con esto del plan Bolonia parece que minuto que se pierde, minuto que se recupera...). Ya me había acostumbrado a eso de tener clases solo los lunes y los jueves. Eso sí, pasando todo el día en la uni, prácticamente. Al menos eso me ha hecho coger bastante confianza con mis compañeros de clase. Hasta me están empezando a gustar los lunes.

lunes, 19 de septiembre de 2011

En un ambiente demasiado femenino

El jueves pasado fui a una especie de bienvenida que organiza todos los años la universidad para los alumnos de primer curso. Nada más llegar nos asignaron en diferentes grupos según la carrera. Hasta ahí todo bien, si no fuera porque de la mía (Traducción e Interpretación) se hicieron tres grupos diferentes: inglés, francés (el mío) y alemán. "Dónde se meten los chicos?" me preguntaba yo en ese momento, y al momento adiviné la respuesta: en ningún lado... yo era el único chico (varón). De repente me quedé paralizado, como cuando quieres pensar "Esto no me puede estar pasando a mí" pero sabes que sí, está pasando, delante de tus narices, y te sientes como uno de esos maniquíes de las tiendas que todo el mundo mira al pasar. Lo malo en este caso es que yo, como humano que soy, siento, y claro, la vergüenza era tal que puse cara de circunstancia y algunos debieron de darse cuenta. Intenté tranquilizarme pensando que por ser el primer día (y de bienvenida) faltaría más gente por incorporarse cuando empezaran las clases. Eso es lo que descubrí esta mañana, que estuve allí de nuevo. Sí, había más chicos aparte de mí: dos exactamente. No es que me sintiera especialmente aliviado, la verdad, porque chicas habría como 6 o 7, o incluso más, porque no las conté, y chicos éramos tres, uno de los cuales me dio un poco de miedo por muchas cosas: su manera de hablar tan exaltada, tan... no sé, pensé que estaba loco. De nuevo pensé, para tranquilizarme, que hoy, por ser aún uno de estos días tontos de bienvenida que se organizan, habría bastante gente que no habría ido, que ya llegarían más chicos. Espero que sea verdad. En el caso de que no, me he planteado la idea de cambiarme de grupo, pero posiblemente eso habría que haberlo solicitado durante el período de matrícula, y en caso de que se pueda todavía, lo mismo solo se permite en casos excepcionales (acoso escolar...). Si no me dejan cambiarme de grupo pues nada, qué más da. La universidad es grande, así que, claro está, no me relacionaré solo con esas personas.

martes, 6 de septiembre de 2011

Empezar de cero siempre es difícil

Hoy es un día de lo más corriente. Esta mañana fui a mi (ex) instituto para recoger la tarjeta de selectividad, algo que yo desconocía que existiera. En cuanto me vio entrar la secretaria me dijo "¿Te pego una patada en los huevos o te tiro del pelo?" como reproche. Sí, muy sutil. Yo iba ya con la escopeta cargada porque anteriormente había estado con ella al teléfono para preguntarle, y su tono de voz y forma de hablarme no me gustaron nada (¡a ver, porque no entiendo que si eso era tan impotante para la matrícula de la universidad no me lo hubiera dado junto con los demás papeles el último día que estuve allí! Para que luego me llamen despistado), aunque me controlé. Sobre todo me relajé cuando, para mi sorpresa, vi que allí estaban Elisa, mi profesora de Economía (the best),  y Antonia, la de Geografía (muy enrollada ella también, pese a su bipolaridad y sus ataques repentinos de ira que te dejan sin palabras). Saludé primero a Elisa, con una sonrisa de oreja a oreja. Ella parecía también alegrarse de verme y me preguntó lo típico: que qué hacía allí, que si me habían admitido en la carrera que yo quería, etc. Al momento se unió Antonia a la conversación, que no duró mucho más pero que me alegró el día. Sí, algunos podréis pensar "Pues no es para tanto". Para mí sí. Para mí Elisa significa muchas cosas: superación, coraje, ternura; ha sido como mi segunda madre. Ha sido profesora, amiga y hasta psicóloga. Se ha desvivido todo el curso para que quienes iban peor aprobasen y quienes íbamos bien fuésemos mejor aún. A veces nos gritaba o se enfadaba mucho por un simple ejercicios, pero porque en verdad nos quería y no quería dejar a nadie para septiembre. Al principio me sentaba muy mal y había días que no quería entrar en clase, pero empecé a estar más atento y a esforzarme más y dio buen resultado. En determinadas ocasiones me llegó a preocupar que le pudiera dar un ataque de ansiedad o algo así, ya que es muy nerviosa. Ha hecho mucho por nosotros y nosotros no tanto por ella, aunque sé que en verdad sabe cuánto la apreciamos. Podría seguir escribiendo sobre ella porque es una de las personas a las que más admiro y más cariño le tengo, pero no es lo suyo.

De Antonia poco que decir, puesto que no he tratado tanto con ella, pero me parece una persona verdaderamente simpática, culta y enrollada. Se nota que le gusta tratar con gente joven, como si fuera nuestra colega (a pesar de los añitos que tiene). Me quedo con muy buenos recuerdos de estos dos últimos años y espero que ella también.

Y de Julio (Filosofía), a quien me encontré en la puerta del instituto... ¡de él sí que podría escribir una entrada entera! Es como una enciclopedia Larousse: sigo pensando que lo sabe TODO, aunque él diga que no. Filosofía me resultaba al principio la asignatura mááás aburrida, pero le fui cogiendo el gustillo porque en las clases a veces se hablaba de todo menos de Filosofía, pero siempre aprendías algo interesante. Eso sí, a final de curso nos pilló el toro y metimos un carrerón impresionante (en parte por su culpa, que tenía la manía de desviarse del tema). Creo que Julio es de esas personas a las que merece la pena conocer a fondo. Es un poco distante, como si le costara abrirse 100 % a los demás. Es como... misterioso, y sus palabras te hacen reflexionar. Eso sí, es un tío super simpático, generoso y educado. Si tienes un problema no importa que le digas que no hace falta: él hará todo lo posible para solucionarlo en ese momento.
En selectividad, justo entrando en el examen de Economía, me percaté de que a la calculadora se le habían acabado las pilas. En ese momento me nombraron y él me dijo que vería lo que podía hacer. Ya dentro un chico me prestó una calculadora que le sobraba, y justo antes de empezar el examen llaman a la puerta. Era él, que había ido corriendo a comprarme una calculadora. Me sentí tan emocionado y conmocionado ante tanta expectación que me costó levantarme e ir a cogerla. Total, que me puse rojo como un tomate y todo el mundo soltó una carcajada, pero todo bien al fin y al cabo.

Igualmente doy las gracias a mis compañeros, con quienes me he reído mucho y no ha habido ningún mal día gracias a ese buen rollo que transmiten. Ojalá les vaya a todos muy bien en la vida.

En fin.... que ya quedan menos de dos semanas para empezar en la universidad. Este curso ha sido largo, pero ahora que ha terminado echo de menos tantas cosas y a tantas personas... A muchas de ellas sé que no las volveré a ver, pero tal vez conozca a otras tantas igual de maravillosas que me hagan comprender que todo en la vida son etapas y que no debo conformarme con lo que he vivido hasta ahora.

sábado, 20 de agosto de 2011

Recuerdos de tardes bajo mi paraguas

¡Bueno! He de reconocer que incluso antes de irme a Dublín ya tenía un poco descuidado este blog, y que los quince días que he pasado allí me han hecho desconectar completamente de todo, pero no para siempre.
Mis días allí han sido muy variados. Han estado acompañados de la emoción que uno experimenta cuando lo deja todo para comenzar una nueva etapa lejos (justo lo que necesitaba desde hacía algún tiempo, irme lejos); también los han llenado momentos amargos, esos en los que te sientes un extraño, en los que un buen día, de repente, sientes que estás perdido en un mundo que no te pertenece, como si de un sueño se tratase.

                                                                       
                                                                         (El puerto).


El viaje fue bastante bien. Tuvimos que trasladarnos en autobús hasta Málaga (en el que tuve la suerte de sentarme con una chica a la que ya conocía) para coger allí el avión. Una vez dentro del avión pensé en dormirme, porque me habían puesto a dos chicas al lado que, obviamente, no conocía de nada (igual que ellas a mí). Sin embargo, la que estaba justo a mi lado me cayó muy bien desde el principio. Cuanto menos me hacía reír cada vez que gritaba porque no quería que el avión despegase, porque le daba muchísimo miedo. Con todo eso, ni que se me embotaran los oídos, ni que me doliera la cabeza y ni que estuviera un poco asustado acerca de lo que me esperaría a partir de entonces me afectó demasiado. Eso sí, ¡un vuelo de tres horas siempre aburre (y más si no te dejan encender el móvil para escuchar música)!



                               (Sí, esta foto es del vuelo de vuelta, no de ida, ya que entonces no pude hacer ninguna).

Total, que al llegar al aeropuerto de Málaga, pasadas las 01:30 horas (hora irlandesa) nos informaron de que había habido un problema (una equivocación) con el autobús y que tendríamos que ir en taxis hasta el campus, en grupos de 3/4 personas. En realidad fue bastante bonito. Fue como una ruta turística nocturna con un señor que apenas miraba los semáforos y conducía bastante más rápido de lo que debiera, adentrándonos por solitarias calles, todas vacías, a excepción de algún que otro borracho o transeúnte que aún quedara por allí, mientras el frío viento te despeinaba.
Al llegar al campus nos fueron asignando las habitaciones. A mí me tocó con Migue, un chico al que siempre le estaré agradecido por su infinita paciencia conmigo y, sobre todo, por prestarme todo tipo de potingues y cosas y ser hasta mi asesor de moda en las noches en las que había discoteca (¡qué suerte tuvimos de ser compis de habitación!). Por cierto, pido perdón a Migue porque en cuanto lo vi pensé "joder, ya me ha tocado tener que aguantar al cani de turno durante 15 días". Me arrepiento de haber pensado eso del que haya sido uno de los chicos con mejor corazón que haya conocido.

                                        (Yo soy el 2º por la izda., y Migue, el 2º por la dcha.).

Los días fueron transcurriendo con normalidad. Muchas personas se encariñaron rápidamente con el resto del grupo, como si lo conociera de toda la vida. En ese sentido yo me sentí un poco solo a veces, porque soy una persona a la que se debe conocer de forma más "íntima" y se necesita más tiempo para ello. Eso no significa que mi estancia en Dublín con esas 48 personas no haya sido bonita. De hecho, ahora que por fin estoy en España echo de menos todo aquello y a muchas personas. Echo de menos los días lluviosos, reunirme con el ciento y la madre en mi habitación para jugar a las 7:30 (cartas) con pruebas (como hacer un striptease con Migue, los dos vestidos de chica), aquellas clases compartidas con personas de otros puntos de España y de Italia, esas conversaciones a las tantas en las que casi todos nos quedábamos fritos (en cama y suelo ajenos) y al final solo la seguían 2 o 3 personas, los chistes malos de Carlos (un chico que por la noche era otro, como si estuviera borracho), los insultos (cariñosos para ella) de Cynthia, las broncas de nuestra monitora Bea a las tantas porque no dejábamos dormir a nadie, la risa contagiosa de Vero (y su peculiar vocabulario procedente de Los Palacios que casi nadie entendía), las clases de hip-hop que nos dejaban agotados y, sobre todo, el cariño y la complicidad que todos, en mayor o menor medida, me han brindado, haciéndome sentir único en muchos momentos. Solo espero que el tiempo no nos separe y que el grupo IR01.03 quede grabado para siempre en mi corazón. ¡Os quiero mucho!


Para terminar, ¡un vídeo para el recuerdo!
http://www.youtube.com/watch?v=LT_8ceupkLA</b></div>



lunes, 20 de junio de 2011

Barrio nuevo, vida...la misma


 O peor, no sé yo qué decir, la verdad. Pues eso, resulta que nos mudamos hace poco más de una semana, si no recuerdo mal. El nuevo piso es bastante más grande... ¡tengo una habitación que ya me gustaría haberla tenido hace más tiempo! Dado que ahora cabe aquí y que así lo preferí yo (por las constantes riñas con mi hermana cuando se quería acostar) el ordenador pasa ahora a estar en mi habitación. Al menos ahora tengo más tranquilidad y privacidad en ese sentido. Pero bueno, cosas materiales aparte, casi preferiría seguir viviendo en mi antiguo barrio, porque allí nací, jugué y crecí durante casi 17 años de mi vida. Es cierto que cada vez iba a peor, que bajabas al parque y los del banco de al lado fumaban porros echándote el pestazo indiscriminadamente o dejaban el suelo lleno de botellas de cerveza; que los niños jugaban al fútbol tan cerca de ti que corrías serio peligro de que te dieran un buen balonazo en la cara (¡aunque bueno, yo también fui niño!) y que, en definitiva, no era un barrio muy seguro que digamos. Pese a todo eso, lo echo de menos. Si por lo menos conociera a alguien aquí me sentiría menos extraño y no me importaría estar aquí o allí. Pero bueno, ¡habrá que acostumbrarse...!Como todo en la vida.
 La mudanza y el traslado a nuestro nuevo piso coincidieron con la fecha de los exámenes de selectividad, y el 2º día (de selectividad), que era martes, me pasó algo desagradable. Un accidente tonto que podría haber sido mucho peor. Iba yo en bicicleta a casa de una chica de mi clase a recoger unos apuntes de geografía que había perdido, y cuando estaba ya cerca, a punto de cruzar una carretera por un paso de peatones, una furgoneta se pasó con tan mala suerte que me alcanzó, dándome un golpe en la rodilla derecha. Tuve suerte de que al caer al suelo no me hice nada, pero evidentemente estaba muy asustado. La furgoneta, creí ver en ese momento, se quedó parada un instante y se marchó. Una mujer primero y luego un hombre  vinieron corriendo a socorrerme, y el hombre me llevó en su vehículo hasta el hospital, donde pasé toda la tarde en urgencias para decirme, tras hacerme una radiografía y ponerme una venda, que no era nada grave, ningún esguince ni nada (aunque la pierna se me había hinchado). Total, que tras contárselo a mis padres e ir (él) a comisaría, le dijeron, al cabo de los días, que el hombre que me atropelló era el mismo que me había llevado al hospital, que no me lo había dicho en el momento del accidente por miedo a que lo denunciara por no tener asegurada su furgoneta, y que le gustaría que le dise yo mi número de móvil para poder disculparse. A día de hoy no le he dado mi número. Su hermano me envió una petición de amistad en una red social, pero no lo acepté. No les guardo rencor, por supuesto. Simplemente que no quiero seguir ahondando en este tema. Solo quiero olvidarlo, o al menos intentarlo. Yo, pese a todo, le estoy agradecido al hombre porque al menos no me dejó allí tirado, y además se veía buena persona, por lo que no voy a denunciar, y seguramente contacte de algún modo con él para hacérselo saber. En fin, ¡las cosas que me pasan...! 
Bueno, pretendía seguir escribiendo un poco, pero me duele un poco la cabeza y lo dejaré aquí por hoy. Sé que hacía mucho que no publicaba, pero era porque durante el proceso de la mudanza mis padres se dieron de baja de internet, y una vez aquí nos hemos cambiado de compañía. Ahora estamos en Orange, porque ONO te daba unos sablazos que daban ganas de llorar. Así que creo que la próxima publicación será dentro de no mucho. No sé realmente si este blog le interese a alguien o no, pero a mí al menos me sirve de desahogo, es como mi segundo diario jaja. ¡Así que no tengo intención de dejarlo, al menos de momento! Gracias por estar ahí, hasta otra ;)

miércoles, 11 de mayo de 2011

Próxima parada: Dublín


Going to Dublín! Pues eso, me concedieron la beca y me voy del 24 de julio al 7 de agosto. Para alivio mío, 
coincido con un chico 
de mi clase, por lo que no me sentiré totalmente solo xD. La verdad es que nunca me ha llamado mucho la atención Irlanda. Siempre he tenido la (quizá equivocada) idea de que debe de ser un país frío y pequeño, aunque estoy seguro de que debe de ser bonito y tener encanto.
Espero que sea una buena experiencia y que me sirva para alejarme de este día a día plagado, desde hace algún tiempo, de alguna que otra decepción (con algunas personas, sobre todo). Procuraré pasármelo lo mejor posible y recordar siempre este viaje.
¡En cuanto vuelva subiré las fotos y os contaré qué tal!

viernes, 29 de abril de 2011

Mirar hacia otro lado

Hace poco leía una noticia en el diario 20 minutos que me dejó muy indignado, no solo por la noticia en sí, sino porque sé perfectamente lo que se siente siendo el protagonista de la misma.
Un hombre de 30 años estaba humillando y amenazando de muerte en medio de la calle a una chica de unos 18 años, completamente aterrorizada, que no era capaz siquiera de mirar a la cara a su agresor. Le gritaba cosas como "Te voy a acuchillar a ti y al que se me ponga por delante, hija de la gran puta" y "...Te voy a matar a ti y a tu hermano,...". La chica, naturalmente, estaba llorando a mares, allí en medio de una calle llena de curiosos que, en lugar de hacer algo, contemplaban la escena indiferentes. Todo esto era presenciado por un chico mientras iba a recoger a un amigo suyo, e intervino para pararle los pies al agresor, pues ya incluso había abofeteado a la chica. Tras la llegada de la policía y comenzar ésta una discusión con el individuo, una señora señaló al chico que había intervenido en la pelea, gritando "Ese!, ¡Ese es el muchacho que le ha plantado cara!", y todos los presentes empezaron a aplaudirle. A él, según dice, le entraron ganas de gritarles que eran unos cobardes y que debería darles vergüenza.
La verdad es que no entiendo a la gente. Quizás ese sea el motivo por el que muy pocas personas me caen realmente bien. La gente en verdad es egoísta (me incluyo también), y claro, mientras su culo esté a salvo, a los demás que les parta un rayo. Está claro que cada uno busca sus intereses personales, pero ¿tan poco cuesta pensar también un poco en los demás? A lo mejor a esta chica habría hecho falta que la estuvieran matando para que alguien interviniera, y una vez muerta todo el mundo diría lo buena persona que era, estudiosa, que no se metía con nadie y todos esos halagos que solemos decir de los demás cuando se van, pero que mientras tanto nos llevamos a la tumba. Pero sobre todo, lo que no soporto, son los espectáculos que se montan cuando están agrediendo o insultando a alguien y todo el mundo se queda allí mirando entre risas e incluso animando la situación. Cobardes. Yo reconozco que cuando paso al lado de alguna pelea me voy sin intervenir ni nada, porque sé que yo no podría hacer nada contra un grupo de chulos y prefiero no meterme en problemas, aunque en el fondo siento una profunda pena por la persona que está sufriendo esa situación y unas ganas terribles de matar a todos los allí presentes. De hecho no dudaría en hacer algo si estuviera en mi mano. Además, ya que no intervengo, tampoco me mofo, porque me parece muy humillante, y en la vida todo se paga.
Cuando dejemos de creer que somos mejores que el de al lado, cuando aprendamos a ayudar sin pedir nada a cambio, sino de corazón, y ganemos algo de educación, tal vez éste será otro mundo.

viernes, 15 de abril de 2011

Relaaax!!



¡Sí, por fin! Hoy ya empiezan nuestras "minivacaciones", hoy ya nos hemos quitado el examen de filosofía de encima (que, por cierto, me ha salido mejor de lo que esperaba) y estoy muy relajado y de buen humor. Es verdad que nos han mandado tantas cosas para hacer y tenemos a la vuelta tantos exámenes que no sé si esto merece llamarse vacaciones. Tengo muy claro que, al menos durante este fin de semana, no pienso tocar un libro y voy a dormir y salir todo lo que pueda, pero tampoco debo fiarme ni dejar que la flojera me gane, porque si no todo el esfuerzo de casi un año se puede venir abajo en tan solo dos semanas.
Hoy realmente no sé qué hare. Probablemente descansar y, si se da la oportunidad, salir un rato, que hace un día espléndido. También podré hablar con algunas personas que pensarán que me he olvidado de ellas, pero a las que en realidad no me he quitado de la cabeza en ningún momento. Hay que tener paciencia. Todo lo malo pasa, y como dice el refrán, "no hay mal que cien años dure". En cuanto pase todo esto, en cuanto acabe la selectividad y esté (si apruebo todo con la nota necesaria) en la playita tomándome una coca-cola mientras escucho el sonido de las gaviotas y del mar, estaré pensando "¿Y esto era todo?".
Es extraño, pero hoy no tengo sueño, a pesar de que debería estar que me caigo por haber madrugado anteayer tanto para Madrid y por apenas haber parado desde entonces, pero me siento muy enérgico. Debe de ser que hoy me está saliendo todo mejor de lo que esperaba.
Os parecerá (si a alguien le interesan todos estos rollos que suelto) que cambio constantemente de temas, que al principio comencé escribiendo entradas cortas sobre música, sin mucha inspiración, y que ahora esto empieza a parecer un diario. En realidad no sé cómo acabará este blog. Quizá dentro de un par de semanas ya ni me acuerde de él y lo abandone; quizá siga escribiendo sobre mí y sobre temas diversos, pero ¿qué importa? Ya lo decidiré.
El verano está ya muy cerca. Si me conceden la beca que solicité para irme a un país anglosajón dos semanas será uno de los mejores veranos de mi vida.
Espero volver a escribir pronto. ¡Hasta la próxima!

jueves, 14 de abril de 2011

Viaje a Madrid

 
Hoy estoy realmente cansado. Resulta que ayer estuvimos en Madrid de visita escolar, donde visitamos los museos del Prado y Thyssen y la Fundación Caja Madrid. Tuve que despertarme a las 5:30 para estar en la estación de Santa Justa a las 6:15, y tras dos horas y media de viaje en el AVE empezamos a ver cuadros sin apenas ningún descanso, con un calor que hacía impresionante y un cansancio encima que nos hacía andar haciendo zigzag, como si estuviéramos borrachos. Todavía me acuerdo de los 65 € que nos ha costado la visita y me enfado un poco, porque pagar eso para andar y andar casi sin parar...
También estuve muy preocupado durante casi todo el día por un examen de filosofía que tengo mañana. No lo llevo tan mal, pero podría llevarlo mejor si mi impresora no me hubiera dejado de imprimir sin ningún motivo hace unos días y me estropera los planes que tenía organizados para prepararme bien el examen. En fin, que esta tarde tendré que ponerme en serio y que sea lo que Dios (si existe) quiera.
Aún así, mirándolo por el lado bueno, no estuvo tan mal. Cuando estábamos en el museo Thyssen nos encontramos allí con la baronesa Thyssen, y tras salir de nuestro asombro nos acercamos a ella y le pedimos educadamente que se hiciera una foto con nosotros, a lo cual accedió con una amabilidad y simpatía que no conocía de ella (aunque solo la conocía por televisión). También me sirvió este viaje para estrechar lazos con algunas personas a las que yo creía ya muy alejadas de mí y con las que pensaba que no podría llevarme bien porque eran muy diferentes a mí. Desde hace un tiempo he aprendido que la clave en llevarse bien con todo (o la mayoría) del mundo está en uno mismo: es más fácil cambiar uno mismo que cambiar a los demás, y desde que acepté eso las cosas me han ido bastante mejor. A estas alturas no quiero tener malos rollos con nadie ni marcharme de este instituto con mal sabor de boca.
En fin, que estoy ya muy harto de todo, de seguir la misma rutina todos los días sin tener apenas tiempo para mí y la gente que me importa, de aguantar a las mismas personas día a día... ¡Necesito un respiro! Por suerte ya solo me queda la clase de mañana antes de Semana Santa, que aunque reconozco que no me gusta me servirá para descansar un poco. Después, a la vuelta, estaremos todos mucho más agobiados que ahora, con los nervios a flor de piel, estudiando como nunca para poder aprobar la selectividad. Está ya tan cerca que me despera, porque quiero estudiar Traducción e Interpretación, que es lo que siempre me ha gustado y para lo que creo que he nacido, pero la nota de corte en Sevilla (para inglés) ronda el 10 (sobre 14). Suponiendo que no me llegue la nota podría plantearme entrar en francés o irme a Córdoba, donde la nota está más baja. No me importaría, desde luego, aunque sea difícil estar lejos de tu familia, amigos y del mundo que has visto durante 17 años.
Bueno, pues la entrada de hoy la iba a escribir en principio sobre Mika, pero necesitaba expresar todo esto para desestresarme un poco. Supongo que mañana la haré sobre él.
Espero que os esté yendo todo bien. ¡Nos vemos pronto!