sábado, 17 de noviembre de 2012

Buceando en aguas de otro mar

 Hoy he vuelto a sentir aquel fresco olor. He vuelto a ver su sonrisa y sus ojos alegres y misteriosos clavados en mis pupilas. He vuelto a sentir el calor del parqué bajo mis pies descalzos. He vuelto a soñar con nuevos mundos. He vuelto a sentirme feliz, triste, impaciente, maravillado con las historias de aquella dulce y extravagante cuentacuentos. He vuelto a tragar aquella agua salada, a dejar que la arena de aquel castillo se me escape entre mis pequeños dedos. A dejar que sus gritos sean el sonido más dulce que recuerdo. A ser un detective metido en grandes apuros. Hoy he vuelto a oír solo la parte más positiva de la melodía. A tener las rodillas "como un Cristo" por mis múltiples caídas, como mi madre solía decir. A recordar todo lo que un día fui y a olvidar todo lo que soy por un rato. Hoy he vuelto a ser un Peter Pan.

El día siguiente era sábado. Por la mañana, ensayo con el conde Arnaldos en el Liceo y por la tarde entrenamiento de judo en el cuartel. No había más remedio que seguir la rutina. Como si no hubiera ocurrido nada. Sólo que este sábado nada de bares ni discotecas. Me faltaba el compañero del alma, compañero, que diría el conde Arnaldos.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Vacaciones de verano con muy poco sol


Llevaba un tiempo sintiendo por fin la libertad como hacía mucho que no la sentía. Por fin me había dado cuenta - o empezaba a hacerlo - del lastre que llevaba sobre los hombros y que me hacía querer retroceder hasta el principio, que parecía más un final triste. Y de nuevo, siento como si volviera a estar en esta prisión y todo esto no hubiera sido más que un sueño. Que me vendieran unos patines que me han durado un mes; que, por ello, haya estado varias semanas perdido del mundo, ha tenido algo que ver. Durante estos días ha habido momentos en los que he pensado largo y tendido sobre este asunto: sobre si merecía la pena seguir con todos ellos o era otra cosa lo que necesitaba. Este verano no he podido ir al pueblo a ver a mi familia; tampoco he podido ver a los chicos de los martes todos los martes que hubiese querido, ni pasar más de una sola noche acostado sobre una superficie de piedra mientras sus susurros me llegaban lejanos ya en la madrugada. Este verano ha sido más bien un invierno en el que el sol ha salido todos los días pero cuya luz me ha llegado muy débil. Y lo peor es que me he dado cuenta de lo que no quería ver: que todo, incluído el amor de los más cercanos, cambia, y que yo no he hecho mucho para remediarlo.





jueves, 16 de agosto de 2012

Días tan cortos y noches tan largas...

A menudo, durante el día, preferiría estar solo. Que me hablen lo justo -porque noto que las palabras se me clavan cada vez más hondo-, o simplemente poder pasar un rato de silencio casi absoluto. Noto que el ruido de los coches, de los gritos de la gente que se oyen desde la ventana, de esos anuncios tan odiosos que ponen por la tele, me altera sobremanera, como si me martillearan de forma ininterrumpida en la cabeza. Y mis noches son largas. Es en ese momento cuando estoy completamente solo, cuando apenas se oye algún que otro coche que pasa de cuando en cuando con esa música tan fiestera. Podría decirse que muchas veces me gustaría estar solo, aunque el sentimiento de soledad me tortura y me hace preguntarme de qué mierda sirve todo esto. Llevo mucho tiempo pensando en que necesito cambiar de aires. Irme al extranjero un tiempo. A lo mejor no necesito más que eso: alejarme de esta rutina tan absurda que forma parte de este libro tan absurdo en el que, por más que lo intento, no consigo pasar página. O puede que simplemente esté cansado de la estupidez de la gente que me rodea. No se dan cuenta de cómo duele el paso del tiempo, y más aún cuando pasa sin que nada cambie. Hace unos días ya que cumplí 19 años. Bueno, ¿y qué? ¿Qué ha cambiado? Soy un año más viejo, y el próximo año, otro año más viejo, y habrán pasado de nuevo 365 días de miradas vacías, besos y abrazos rutinarios, gente que se tropieza por los pasillos y ni se mira, días lluviosos y prisas a todos lados. Son muchas las veces que me pregunto por qué llega un día en que aquellas cosas que nos hacen tan felices se van para dejar entrar aquellas otras tan feas, absurdas, carentes de sentido; aquellas que acortan nuestros días y alargan nuestras noches oscuras.

lunes, 30 de julio de 2012

Amor y alegría. ¿Para qué más?

"Quiero amor, alegría, buen humor. No es tu dinero lo que me hará feliz. Quiero morir con la mano en el corazón...".

Esta idea tal vez suene un tanto cursi. El típico tópico que te sueltan una y otra vez individuos a los que la vida les ha sonreído más que a otros, pero, en el fondo, no le falta razón. A veces nos perdemos por mirar en una dirección equivocada, y solo basta con encontrar el lugar que estábamos buscando y, de repente, todo es más fácil... Asombrosamente fácil.




lunes, 9 de julio de 2012

Reflexiones veraniegas


Ya estoy oficialmente de vacaciones, y no puedo decir que haya empezado con buen pie. De nuevo mi mente empieza a revivir emociones extrañas; extrañas porque parecían haber quedado ya lejos, o medio lejos, de mi presente. Es que hay cosas de la gente (y cosas, en general) que no acabo de entender. ¿Será acaso que soy yo el que no entiende a los demás? En estas estaba hace un rato, cuando reflexionaba sobre algo tan "cotidiano" como el amor. Pensaba en la cantidad de personas que hay que buscan de forma incansable "el amor" día tras día, tal y como hacen aquellas otras que buscan "la felicidad".

Es un hecho que a todos nos gusta sentirnos amados, admirados, deseados. El caso es que mucha gente (entre la que me incluyo) no sabe en realidad qué es el amor. Esa gente cree que hay alguien maravilloso y diferente en este mundo caótico e injusto que la convertirá en una princesa (o en un príncipe) de cuento y que la hará inmensamente feliz. Todo esto lo digo porque estoy harto de verlo un día sí y otro también (la última vez hace un rato) y necesitaba escribir sobre ello, y no porque yo esté aburrido y me haya dado un ramalazo romántico y cursi de repente.

A lo que iba. Muchas personas invierten bastante tiempo y energía buscando una emoción. Qué absurdo, ¿verdad? O mejor dicho, buscan una persona que les haga sentir esa emoción, que viene a ser parecido. El problema es que muy poca gente encuentra esa emoción tan anhelada. ¿Por qué? Yo tengo más bien poca experiencia en el tema, pero podría afirmar que es porque las emociones se sienten y punto; no se buscan en la foto del tipo con el que chateas, ni en esas palabras tan dulces que te escribe a golpe de teclado. Como emoción que es, el amor se siente; se siente cuando tienes a esa persona frente a frente, y sabes que lo sientes porque hay química entre los dos, porque tu cerebro, o incluso tus ojos, conectan de manera especial con los de la otra persona. Bueno, supongo que debe de ser algo así. No puedo afirmarlo porque yo aún no he sentido esa emoción, o no con demasiada intensidad, al menos. Pues bien, lo que quiero decir es que el amor está sobrevalorado. Sí, una emoción que no es más, en términos científicos, que una reacción producida en el cerebro cuando se activa un área determinada y se liberan unas sustancias determinadas, está sobrevalorado; pero ¿a quién le importa esa explicación? Todos andamos buscando nuestra media naranja y nos vamos volviendo cada vez más conscientes de que eso no existe como tal. Hay personas que buscan llenar algún vacío, otras que buscan la plena felicidad... Hace algún tiempo leí en algún sitio un mensaje de una persona que decía que él no buscaba su media naranja porque él ya se consideraba a sí mismo su propia naranja completa, o algo así. Cuánta razón. Sin embargo, no puedo dejar de sentir pena. El amor se ha convertido en una droga con la que trafican las grandes empresas, la publicidad, etc., sin importarle a cuántos de nosotros envenenen. Yo mismo fantaseo alguna que otra vez, como todo el mundo, con ese amor puro y perfecto... pero, mientras tanto, procuro pensar con el cerebro. Se ahorra uno muchas preocupaciones tontas.

Aish, tengo que aprender a sintetizar más. Esta es solo una de las cosas que no entiendo de la gente. Es obvio que hay otras cosas que han contribuido más a que no haya empezado muy bien las vacaciones... ¡otro día será!

domingo, 20 de mayo de 2012

Un verano que ya empieza a oler


Hacía mucho que no me pasaba por aquí. En el fondo es que no me han pasado demasiadas cosas interesantes y, sobre todo, que tampoco he tenido tiempo para casi nada. En este tiempo he visto cómo la palabra "aburrimiento" ha dejado de formar parte de mi vocablo: a las clases en la universidad le he añadido otras ocupaciones, entre ellas el gimnasio. Para colmo, como yo soy así de masoquista y me encantan los retos, el viernes fui a apuntarme a la escuela de idiomas, ni más ni menos que a ALEMÁN. Si este año sobrevivo a todo sin acabar loco o enfermo, podré sentirme orgulloso.

Este verano quiero que sea muy diferente al anterior. El año pasado, entre una cosa y otra, no pisé la playa, pero este año pienso ir hasta ponerme negro de tanto tomar el sol. Todo esto lo he estado reflexionando durante las últimas semanas, sobre todo a raíz de que me viniera a la memoria Manolito Gafotas, después de hacer una práctica para la uni en la que aparecía un fragmento de uno de los libros. Leer las primeras líneas me provocó una sonrisa infantil bastante estúpida, y me acordé de los típicos veranos en familia todos juntos en el pueblo, o en la playa, o no importa dónde. Este año empecé a sentirme interesado por el cine español, por esas películas que reflejan historias que ocurren en todas las familias, en el día a día, y que te hacen sacar ese tipo de sonrisas ñoñas. Creo que lo que me pasa es que echo de menos un verano así con mi familia, y cuando digo mi familia me refiero también a esos extraños con los que comparto apellido pero a los que solo veo, máximo, una vez al año (aunque a otros muchos hace años que no los veo). Pues eso, que ahora me ha dado por ahí y me voy a leer un libro de Manolito Gafotas que no había leído: el de Los trapos sucios. Bueno, en cuanto esté más desahogado de tiempo. También tengo que ver la película, con la que en su día, cuando era más peque, no me pude reír más y emocionarme al mismo tiempo. ¡Qué recuerdos! Aquí dejo la 1ª parte (encontré la película por partes en youtube):



Por lo demás, casi todo sigue igual. A ver si se va este frío que ha llegado de nuevo y llega ya el calor para instalarse, y acabo la uni y puedo tostarme bajo el sol mientras se me derriten los recuerdos de un año duro.

martes, 3 de abril de 2012

Balance de una "Semana Extraña"

 

El otro día tuve un sueño. Bueno, ¿quién no sueña? El caso es que fue un sueño diferente. Soñé con una persona, una a las que más he admirado nunca. Soñé que me la encontraba después de meses sin hacerlo, después de aquel día en que sentí que ya nada sería igual. Fue un sueño tierno, como la satisfacción del reencuentro entre dos personas que no necesitan hablar para entenderse, a las que les basta con mirarse a los ojos. Tras despertar, estuve todo el día con una sensación rara. Lo curioso es que esa misma tarde me encontré con esta persona. Teniendo en cuenta que vivimos en el mismo barrio, no era tan improbable, pero igualmente me resultó curioso, ya que no solemos encontrarnos. Al pasar por mi lado no supe bien qué decirle. Lo saludé y estuve tentado de preguntarle qué tal estaba, cómo iban las cosas por allí, si nos echaban de menos. Tuve un intenso deseo de preguntarle tantas cosas y de contarle yo tantas otras... Sentí que era un buen momento para hablar de verdad, sin nada que enturbiara nuestros pensamientos. Sentí que era una buena ocasión de dejar a un lado aquellas palabras cargadas de hipocresía. No era un sueño con carga erótica ni sentimental (en lo que al amor se refiere), sino un sueño que me indicó que tengo que volver allí, que tenemos un café pendiente con una larga conversación por delante.

Ahora empecé a trabajar. Tengo que pasar tres horas y media de pie cada día parando gente de la misma forma, diciendo casi lo mismo, para que casi ni te miren y pasen de largo. Hoy me fue bastante mal, porque el tiempo no acompañaba y el ánimo tampoco. Necesito que salga un poco el sol. Y necesito ir solucionando varias cosas que tengo en deuda conmigo mismo.

Ah, y gracias a ti si por casualidad estás leyendo esto. Me has demostrado que eres de esas personas con las que siempre puedes contar y que no piden nada a cambio.

¡Voy acumulando horas de sueño! Bendito café...