lunes, 17 de octubre de 2011

Paren el mundo, que me bajo

Tengo la sensación de que la Tierra gira demasiado deprisa. A veces me siento mareado y pierdo el equilibrio. Me gustaría pedir que parasen para bajarme, que no puedo más, pero mi voz se ahoga entre todo este frenesí. Entonces miro a mi alrededor y me percato de que no soy el único que se siente así. Veo a personas al límite, a punto de caerse o de vomitar hasta las tripas. Me dan mucha lástima, y siento un odio terrible hacia los otros, los que no escuchan, los que son indiferentes al resto de la humanidad, aquellos a quienes solo les importa que el mundo siga girando como loco sin pensar que algún día pueden ser ellos los que se caigan por culpa de su ciega ignorancia. En realidad ellos también me dan lástima. Pero luego me doy cuenta de que no, no es justo. El mundo no puede parar, y sería egoísta por mi parte seguir insistiendo, no solo por los demás, si no también por mí mismo, por dejar a medias la partida que empecé. Y confío en que más adelante pensaré en que no ha sido para tanto, y me arrepentiré de haber pensado en bajarme. Porque, al final, el mundo es de los fuertes.


En fin, después de este reflexión me voy a la ducha, que mañana vuelvo a tener clase de inglés porque la profe estuvo mala con gripe la semana pasada y faltó (con esto del plan Bolonia parece que minuto que se pierde, minuto que se recupera...). Ya me había acostumbrado a eso de tener clases solo los lunes y los jueves. Eso sí, pasando todo el día en la uni, prácticamente. Al menos eso me ha hecho coger bastante confianza con mis compañeros de clase. Hasta me están empezando a gustar los lunes.